En pocas narrativas del mundo se produjo una renovación generacional como la que protagonizaron los escritores británicos, nacidos en la segunda postguerra, entre mediados de los 80 y toda la década del 90 del pasado siglo. Un puñado de novelas, que podrían enmarcarse entre Money (1984) de Martin Amis y Atonement (2001) de Ian McEwan, revolucionó las formas de narrar en la Gran Bretaña y se volvió referencial para buena parte de la literatura de fines del siglo XX.
Esas novelas se tradujeron a la mayoría de los idiomas del mundo y fueron leídas como ficciones paradigmáticas por escritores de las más remotas latitudes. Algunas de ellas fueron llevadas exitosamente al cine, con lo cual esa generación ganó ventaja frente a sus contemporáneas en Europa continental, Estados Unidos y América Latina. A pesar de las diferencias entre sus escrituras, había un aire de semejanza entre aquellos novelistas que, primero, Jonathan Cape y Faber and Faber, los editores londinenses, y luego Jorge Herralde, que los incorporó al catálogo de Anagrama, supieron detectar.
El mismo año de Money apareció Flaubert’s Parrot (1984) de Julian Barnes; en 1989, The Remains of the Day de Kazuo Ishiguro, London Fields de Amis y Sexing the Cherry de Jeannette Winterson; en 1990, El buda de los suburbios de Hanif Kureishi; en 1992, Arcadia de Jim Crace y Escrito en el cuerpo de Winterson; en 1995, Los inconsolables de Ishiguro; en 1998, England, England de Barnes… Para cuando acababa la década, aquella generación había acumulado algunas de las mejores novelas de fines del siglo XX.
Nacidos entre mediados de los 40 y fines de los 50 –Barnes y Crace nacieron en el 46, Amis y McEwan en el 49, Ishiguro y Kureishi en el 54, Winterson en el 59- estos escritores vivieron en su juventud el 68 y en su adultez el 89, con el vértigo de los 70 por el medio. Ese sello biográfico, de sujetos que vivieron cambios culturales profundos o experiencias límites, es legible en sus ficciones. Todos son escritores anticuados y, a la vez, modernos, muy ingleses y, a la vez, cosmopolitas, eruditos y frívolos, capaces de moverse, con una facilidad sorprendente, entre una novela de época y un relato punk.
Hay personajes de esas novelas –pienso, por ejemplo, en Jamal, el psicoanalista de Algo que contarte (2009) de Kureishi o en los sombríos protagonistas de Yellow Dog (2003) de Amis- que son arquetipos generacionales. Hombres y mujeres de clase media alta europea, exhippies que bordean los 60, que abusaron del alcohol y las drogas en los 70, que se volvieron yuppies o escritores o ambas cosas en los 80, que se psicoanalizaron o se normalizaron y, finalmente, desembarcaron en el fin de siglo con nihilismo y lucidez.
Muy buena entrada. Es un listado de los que deberán recibir el nobel esta decada.
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