Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

viernes, 27 de noviembre de 2009

Vicuña por Vicuña

El joven historiador chileno Manuel Vicuña (Santiago, 1970) ha escrito una espléndida biografía de su antepasado, el intelectual, político e historiador Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), titulada Un juez en los infiernos (Santiago, Universidad Diego Portales, 2009). Como el peruano Fernando Iwasaki, ya comentado en este blog, Vicuña pertenece a una nueva generación de historiadores hispanoamericanos que, sin abandonar plenamente el formato académico, entiende la historia como una forma de saber social y, a la vez, como un género literario. Sus estudios sobre la belle epoque chilena y, sobre todo, su magnífico Voces de ultratumba. Historia del espiritismo en Chile (2006), son tan reveladores de la seriedad investigativa como de una escritura elegante y hospitalaria.
A Vicuña le interesa, sobre todo, la figura de Vicuña Mackenna como esa mezcla, tan frecuente en el siglo XIX, de historiador y político, de tribuno y letrado, que sólo podía sostenerse por medio de una vocación pública arraigada. La trayectoria del personaje como intelectual y estadista es rastreada desde su amistad y colaboración con el liberal igualitarista Francisco Bilbao y la oposición al gobierno de Manuel Montt, hasta su renuncia a la candidatura presidencial por el Partido Liberal Democrático, en 1876, pasando por sus varios destierros entre los años 50 y 60 y sus décadas de representante legislativo a partir de 1864.
Por lo general, la historiografía hispanoamericana se hace eco del culto a los próceres del XIX, presentándolos como figuras veneradas en su época. El retrato de Vicuña por Vicuña posee, por momentos, un tono melancólico en el que aparece como un “raro” de la historiografía chilena, a pesar de los más de quince libros que escribió, y de la política nacional, a pesar su frenética actividad pública. La explicación podría radicar en ese rasgo de “desmesura” que Manuel Vicuña ve en el personaje y que lo llevó, desde muy joven, a enfrentar la sólida tradición política que iba de Diego Portales a Manuel Montt y la no menos sólida tradición historiográfica iniciada por Andrés Bello y continuada por Diego Barros Arana.
Algunos libros de Vicuña Mackenna, como sus estudios sobre los “ostracismos” de próceres chilenos como Bernardo O’Higgins y los hermanos Carrera, o las historias críticas sobre las administraciones de Portales y Montt, lo colocaban abiertamente en una suerte de disidencia historiográfica que tuvo consecuencias políticas. Cuando, en 1876, debió declinar su candidatura presidencial por falta de apoyo y por la manipulación de la corriente conservadora, aquella rareza de Vicuña Mackenna se hizo evidente. Una rareza que, como recuerda el joven historiador, tenía su lado pintoresco, ya que el viejo liberal, además de historiador y político, encontró tiempo para afiliarse a la Compañía de Bomberos de Santiago, a la que dedicó el libro ingeniosamente titulado La cuna del cuerpo.
Como Domingo Faustino Sarmiento y José Martí, Benjamín Vicuña Mackenna fue uno de esos letrados y políticos peregrinos, cuyas visiones sobre Europa y Estados Unidos permean toda su obra escrita. Entre los tantos libros de Vicuña Mackenna hay uno, el titulado Diez meses de misión a los Estados Unidos de Norte América como agente confidencial de Chile (1867), que tiene particular relevancia para la historia mexicana y cubana. En los dos volúmenes de esa obra, se narraba el apoyo que el gobierno de Chile, entonces en guerra con España, brindó a los liberales mexicanos que luchaban contra el imperio de Maximiliano y a los anexionistas y separatistas cubanos que, desde Nueva York, Washington y Nueva Orleans, intentaban derrocar el régimen colonial en la isla.

3 comentarios:

  1. Hola. He leído algunos artículos de Manuel Vicuña en Internet, y ojalá no sea demasiado difícil conseguir su biografía de Vicuña Mackenna aquí en México. Me gustaron mucho tus observaciones sobre esta nueva generación de historiadores que, sin abandonar el formato académico, han recuperado una concepción de la historia que también la entiende como saber social y género literario (me hizo recordar algunos textos, ya viejos, de José Gaos: carácter social del saber y "literaturiedad" de su expresión, ¿no serán características solidarias entre sí?). Me parece que, en el ámbito chileno, muchas de esas posibilidades quedaron silenciadas por ciertas defensas del positivismo construidas a partir de una lectura parcial e interesada de la polémica entre Andrés Bello y José Victorino Lastarria. A mí me interesa el tema porque creo que, a través del poder evocativo de la narración, la historia se vuelve una forma distinta de filosofía, y que mucho de la tradición filosófica latinoamericana pasa por ahí. (Algo de eso decía Tucídides, ¿no es cierto? La historia es una forma de filosofía que se transmite a través de ejemplos). Esa distinción que provocó la sucesiva profesionalización de la crítica literaria, la historia y la filosofía ha provocado, no sólo que en el presente tratemos mal a nuestras obras porque son más complejas de lo que nos gustaría, sino también que nos hayamos ido volviendo cada vez más incultos: siguiendo con una reflexión que está al final de otra de tus entradas, ojalá que el eclipse del boom sirva, no sólo para que nuestros nuevos narradores se acerquen a Echeverría, Payno o Palma, sino también a Riva Palacio, Amunátegui o Vicuña Mackenna: la Introducción a la historia de los diez años de la administración Montt no es sólo gran historiografía, sino también literatura en el sentido más noble del término.

    ¡Saludos!

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  2. Gracias por un comentario tan inteligente, Rafael. Creo que tienes razón: el positivismo en el XIX y, en buena medida, el marxismo ortodoxo, en el XX, intentaron convertir la historia en una ciencia social desligada de la literatura, que fue el género originario de la historiografía desde la antigüedad.

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  3. hola Rafa
    No encuentro otra via para comunicarme contigo.
    Perdona que utilice esta.
    Me podrias enviar tu email para comunicarme contigo?
    Tal vez mi nombre no te haga recordarme pero en cuanto veas mi foto recordaras nuestro encuentro en Miami hace ya algunos anos.
    saludos
    Roberto

    artmixadvertising@gmail.com

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