Libros del crepúsculo
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Sobre la democracia deliberativa
Tal vez porque escribió Una introducción a Marx en los años 80, porque admira a Rousseau y porque es crítico de la economía neoclásica y de la teoría de la elección racional, el filósofo noruego, Jon Elster, profesor de la Universidad de Columbia, es percibido, con frecuencia, como un crítico también de la democracia electoral y representativa. En una visita reciente a México, donde impartió una conferencia magistral sobre el tema, en el CIDE, Elster dejó claro que entiende los procesos deliberativos de una esfera pública abierta como complemento y no como ruptura con las instituciones electorales y representativas de la democracia.
En algunos de sus libros, como Juicios salomónicos y Ulises desatado, Elster ha cuestionado seriamente los límites de la racionalidad que los teóricos del liberalismo atribuyen a la democracia. Siguiendo a Joseph Bessette, que fue quien acuñó el concepto a principios de los 80, y al Habermas de Facticidad y validez, Elster no cree que las instituciones actuales de la democracia sean suficientes para garantizar la “imparcialidad” de las decisiones jurídicas y políticas. Pero Elster, que con frecuencia toma como modelos la democracia ateniense y el sistema cantonal suizo, insiste en que sin representación legislativa permanente, sin división de poderes, sin sistema de partidos y sin elecciones competidas y regulares tampoco es posible la deliberación política.
El tema aparece expuesto en los ensayos de Diego Gambetta, Susan Stokes, Joshua Cohen y, sobre todo, Roberto Gargarella, que Elster compiló en la antología, La democracia deliberativa, a principios de esta década. La gran democratización de la esfera pública generada por el Internet, piensa ahora Elster, a casi diez años de la aparición de aquella antología, comienza a generar por sí misma esos procesos de deliberación ciudadana. Pero allí donde no exista una esfera pública abierta y donde la expresión de la sociedad civil siga estando controlada por el Estado, no hay “acción comunicativa” ni proceso deliberativo capaz de equilibrar la racionalidad del poder.
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Rafael
ResponderEliminarYa sabemos lo dañino del monopolio estatal. Pero, además, al interior de una esfera pública no estatizada habrá siempre que garantizar la equidad de acceso a los medios de expresión y el soporte material de la participación ciudadana...pues los partidos indistinguibles y vaciados programáticamente, así como la corrupta influencia de poderes fácticos, pueden desmoronar cualquier institucionalidad democrática...abriendo la puerta, desencanto mediante, a los autoritarismos carismáticos.
Asimetría y pluralidad son dos dimensiones insoslayables para este análisis.
Los teóricos de la democracia deliberativa asumen, equivocadamente, que todos los problemas tienen solución o que todo es negociable. Pero es un bonito ejercicio mental. Gracias por la recomendación.
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