Buena prueba de la vitalidad de una historiografía académica y de la memoria intelectual de un país es la pluralidad de su panteón heroico. A pesar de que en México son fuertes los cultos a Juárez, Zapata o Villa -figuras que, sin tener demasiadas conexiones, se mezclan con frecuencia en algunas simbologías políticas-, la literatura biográfica mexicana da cuenta de una relación diversa de los sujetos del presente con los héroes del pasado. El panteón heroico mexicano, como el francés, es republicano.
En la excelente colección Centenarios de la editorial Tusquets (México), han aparecido un par de biografías que ilustran ese republicanismo historiográfico. Luego del libro de Mauricio Tenorio, ya comentado en este blog, y de Recordatorio de Federico Gamboa, la bien escrita biografía del escritor y político porfirista de Álvaro Uribe, aparecen ahora Carranza. El último reformista porfiriano (2009), del historiador Luis Barrón, alumno de Friedrich Katz en Chicago y profesor de la División de Historia del CIDE, y Bernardo Reyes. Un liberal porfirista (2009), del historiador neoleonés Artemio Benavides Hinojosa.
Barrón rastrea el itinerario ideológico y político de Carranza desde sus años como gobernador del estado de Coahuila, bajo el Porfiriato, hasta la presidencia de 1917 a 1920, la primera del período postrevolucionario. El historiador se detiene en las complejas relaciones de Carranza con Madero y Reyes, en las pugnas con Zapata y Villa, en la impresionante creación del Ejército Constitucionalista y en su extraordinario esfuerzo por dotar a la Revolución de un nuevo orden constitucional.
Aunque con una metodología un poco más tradicional, desde el punto de vista de la historia política, la biografía del padre de Alfonso Reyes de Benavides Hinojosa sigue un guión similar. Aquí se repasa la trayectoria de Reyes como gobernador de Nuevo León, en las dos últimas décadas del Porfiriato, su paso breve por la Secretaría de Guerra y Marina, su papel como contendiente de Madero en las primeras elecciones democráticas de la historia de México y, finalmente, su oposición a Madero y luego a Huerta. La inmolación de Reyes, a caballo, en el Zácalo, frente a Palacio Nacional, es narrada con el dramatismo que demanda la escena.Estas dos biografías estudian a personajes del antiguo régimen –“reformista porfiriano”, le llama Barrón, “liberal porfirista”, según Benavides- arrastrados por el torbellino de la Revolución. El papel de ambos en el proceso revolucionario no es comparable: Carranza sí se convirtió en un arquitecto del nuevo orden, Reyes no. Pero ambos historiadores tienen la virtud, tal vez aprendida en lecturas de norteamericanas y francesas, de no entender de manera rígida la frontera entre el antiguo régimen y la Revolución. Una frontera que fue atravesada por Reyes, Carranza y muchos liberales y reformistas mexicanos.
Hola Rafael. Felicidades –y gracias!- por este blog. Es muy bueno: interesante, agradable, útil.
ResponderEliminarA propósito de Barrón, de tu mención de su nuevo libro, me permito recordar y recomendar otra obra de Luis que vale mucho la pena: “Historias de la Revolución Mexicana” (parte de la estupenda colección “Herramientas para la Historia”. FCE/CIDE). Ahí hay una gran introducción a y síntesis de la historiografía de “la revolución”. Aprovechable para más que historiadores o aspirantes a historiadores (por ejemplo, yo me dedico a la Ciencia Política).
Te sigo leyendo. Saludos,
José Ramón LRC.