El escritor español Miguel Barroso, autor de una novela negra de tema cubano, Amanecer con hormigas en la boca, ha escrito un libro fascinante sobre el caso de Marcos Armando Rodríguez (“Marquitos”), delator de cuatro jóvenes asaltantes de Palacio Presidencial, miembros del Directorio Revolucionario (Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado Rodríguez), muertos en combate con la policía de Batista el 20 de abril de 1957 en un edificio habanero.
Tras los sucesos de Humbodlt 7, Marquitos se refugió en la embajada de Brasil en la Habana y luego se exilió en México, durante todo el año 58. Al triunfo de la Revolución, regresó a la Habana y entre febrero y marzo fue detenido e investigado por la Seguridad del Estado, a propósito de la delación, pero puesto en libertad, marchando con una beca de estudios a Praga, donde también trabajó como agregado cultural.
Bajo la presión de importantes líderes del Directorio, como Faure Chomón y Guillermo Jiménez, el gobierno revolucionario, con apoyo de la policía checa, detuvo a Marquitos a principios de 1961. Al cabo de tres años de reclusión, en marzo de 1964, Marquitos fue sometido a juicio y, un mes después, fusilado por un crimen de traición cometido en el pasado. La ejecución del traidor fue un acto de justicia retroactiva en el contexto de la formación del partido único, entonces llamado Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), y las fuertes rivalidades entre los viejos comunistas, el Directorio y el Movimiento 26 de Julio.
Pero el caso Marquitos no es el tema central del libro de Barroso, publicado por Mondadori: su mayor interés reside en la reconstrucción del “caso Ordoqui”, derivado de aquel. Marquitos era miembro de la Juventud Socialista y los líderes del Directorio, conscientes de que los comunistas reprobaban sus métodos y habían pactado con Batista en el pasado, atribuían a la dirección del Partido Socialista Popular (PSP) responsabilidad en la delación de Marquitos y a dos de sus principales dirigentes, Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca, la protección y encubrimiento del delator.
Barroso demuestra que la acusación de Marquitos a propósito de que García Buchaca conocía la delación era falsa -de hecho, fue invalidada durante el juicio- aunque no descarta que los viejos comunistas intentaran proteger al joven. Demuestra también que, durante el juicio a Marquitos -¡marzo de 1964!- la embajada cubana en México comenzó a recibir información de la CIA relativa a que, mientras vivió exiliado en ese país, a fines de los 50, Joaquín Ordoqui, un comunista ortodoxo y leal a Moscú, intercambió información con los servicios de inteligencia norteamericanos.
A partir de esa documentación, elaborada en Langley, el gobierno revolucionario decidió, en otro acto de justicia retroactiva, condenar a Ordoqui a reclusión domiciliaria, bajo el cargo de “agente de la CIA”. El viejo comunista murió en 1973, preso en su casa, y hasta ahora la Habana no ha corregido públicamente aquella acusación. Barroso logró entrevistar a Philip Agee, el agente norteamericano que, tras desertar en 1968, recibió asilo en la Habana, donde murió en 2008, y cotejar las contradicciones de las dos primeras ediciones de su libro Inside the Company (1975), llegando a la conclusión de que el cargo de Ordoqui como agente fue fabricado por la propia CIA para dividir a la dirigencia revolucionaria.
Los líderes máximos de la isla decidieron aprovechar los casos de Marquitos y Ordoqui para golpear las cúpulas de dos de las tres principales organizaciones revolucionarias: el Directorio y el PSP. Desde octubre de 1962, las relaciones con la URSS se habían resentido por el pacto Kennedy-Jruchov y el sacrificio de Ordoqui podía servir para afirmar cierta autonomía frente a Moscú y, a la vez, limitar la influencia de la ortodoxia cultural que personificaba García Buchaca: dos demandas de las corrientes más liberales del liderazgo revolucionario.
Un asunto sensible es un libro apasionante, escrito como una ficción real, cuando su historia entraña una realidad ficticia. Sólo podría señalársele algún desequilibrio en las entrevistas y testimonios, ya que la versión de los hechos de personalidades del Directorio y el 26 de Julio no está tan bien plasmada como la de Ordoqui, García Buchaca y sus familiares ¿Por qué no entrevistó –o no pudo entrevistar- Barroso a Faure Chomón, Guillermo Jiménez o Alfredo Guevara, tres protagonistas vivos de aquella historia de crímenes y traiciones? El misterio parece revelado, pero faltan algunos detalles.
Tras los sucesos de Humbodlt 7, Marquitos se refugió en la embajada de Brasil en la Habana y luego se exilió en México, durante todo el año 58. Al triunfo de la Revolución, regresó a la Habana y entre febrero y marzo fue detenido e investigado por la Seguridad del Estado, a propósito de la delación, pero puesto en libertad, marchando con una beca de estudios a Praga, donde también trabajó como agregado cultural.
Bajo la presión de importantes líderes del Directorio, como Faure Chomón y Guillermo Jiménez, el gobierno revolucionario, con apoyo de la policía checa, detuvo a Marquitos a principios de 1961. Al cabo de tres años de reclusión, en marzo de 1964, Marquitos fue sometido a juicio y, un mes después, fusilado por un crimen de traición cometido en el pasado. La ejecución del traidor fue un acto de justicia retroactiva en el contexto de la formación del partido único, entonces llamado Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), y las fuertes rivalidades entre los viejos comunistas, el Directorio y el Movimiento 26 de Julio.
Pero el caso Marquitos no es el tema central del libro de Barroso, publicado por Mondadori: su mayor interés reside en la reconstrucción del “caso Ordoqui”, derivado de aquel. Marquitos era miembro de la Juventud Socialista y los líderes del Directorio, conscientes de que los comunistas reprobaban sus métodos y habían pactado con Batista en el pasado, atribuían a la dirección del Partido Socialista Popular (PSP) responsabilidad en la delación de Marquitos y a dos de sus principales dirigentes, Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca, la protección y encubrimiento del delator.
Barroso demuestra que la acusación de Marquitos a propósito de que García Buchaca conocía la delación era falsa -de hecho, fue invalidada durante el juicio- aunque no descarta que los viejos comunistas intentaran proteger al joven. Demuestra también que, durante el juicio a Marquitos -¡marzo de 1964!- la embajada cubana en México comenzó a recibir información de la CIA relativa a que, mientras vivió exiliado en ese país, a fines de los 50, Joaquín Ordoqui, un comunista ortodoxo y leal a Moscú, intercambió información con los servicios de inteligencia norteamericanos.
A partir de esa documentación, elaborada en Langley, el gobierno revolucionario decidió, en otro acto de justicia retroactiva, condenar a Ordoqui a reclusión domiciliaria, bajo el cargo de “agente de la CIA”. El viejo comunista murió en 1973, preso en su casa, y hasta ahora la Habana no ha corregido públicamente aquella acusación. Barroso logró entrevistar a Philip Agee, el agente norteamericano que, tras desertar en 1968, recibió asilo en la Habana, donde murió en 2008, y cotejar las contradicciones de las dos primeras ediciones de su libro Inside the Company (1975), llegando a la conclusión de que el cargo de Ordoqui como agente fue fabricado por la propia CIA para dividir a la dirigencia revolucionaria.
Los líderes máximos de la isla decidieron aprovechar los casos de Marquitos y Ordoqui para golpear las cúpulas de dos de las tres principales organizaciones revolucionarias: el Directorio y el PSP. Desde octubre de 1962, las relaciones con la URSS se habían resentido por el pacto Kennedy-Jruchov y el sacrificio de Ordoqui podía servir para afirmar cierta autonomía frente a Moscú y, a la vez, limitar la influencia de la ortodoxia cultural que personificaba García Buchaca: dos demandas de las corrientes más liberales del liderazgo revolucionario.
Un asunto sensible es un libro apasionante, escrito como una ficción real, cuando su historia entraña una realidad ficticia. Sólo podría señalársele algún desequilibrio en las entrevistas y testimonios, ya que la versión de los hechos de personalidades del Directorio y el 26 de Julio no está tan bien plasmada como la de Ordoqui, García Buchaca y sus familiares ¿Por qué no entrevistó –o no pudo entrevistar- Barroso a Faure Chomón, Guillermo Jiménez o Alfredo Guevara, tres protagonistas vivos de aquella historia de crímenes y traiciones? El misterio parece revelado, pero faltan algunos detalles.
Parece evidente que hubo reticencias desde el lado del Directorio a dejarse entrevistar. Creo percibirla en la breve entrevista a Guillermo Jiménez -ojo: pp. 299-300- y las respuestas secas, ríspidas. Y eché de menos que Barroso no las explicitara en detalle. Que en ninguno de sus viajes a La Habana pidiera entrevistar a Guevara resulta imposible. Si lo entrevistó, lo que no descarto, fue bajo promesa de no utilizar la entrevista. Y si le fue negada la entrevista, me haría gustado lo consignara.
ResponderEliminarEn cualquier caso, es una reconstrucción magnífica -¡y encima bien narrada!- del divorcio entre las fuerzas revolucionarias.
Jorge Ferrer
Las entrevistas más exhaustivas del lado del Directorio son la de Martha Jiménez y Osvaldo Fructouso Rodríguez, viuda e hijo de Fructuoso Rodríguez. Lo de Guillermo Jiménez son unas cuantas preguntas específicas que contrastan la amplitud de otros testimonios.
ResponderEliminarYo no calificaría la entrevista a Osvaldo Fructuoso Rodríguez como una relevante del lado del Directorio, la verdad. Insisto en que es curioso que el único alto dirigente del Directorio a quien tuvo acceso, por lo leído, fue Jiménez y no creo sea casual la parquedad de esa entrevista. Más me sorprende que no haya entrevistado a Julio García Oliveras, quien publicó unas memorias, Contra Batista, en 2006 que constituyen una sabrosa y prolija historia del Directorio en cuanto a sus actividades subversivas se refiere. Oliveras, por cierto, quine también se fue al exilio en Costa Rica y México, como Marquitos. Es poco probable que el acucioso Barroso no conociera ese libro y no buscara a Oliveras en La Habana. Voy a revisar sus memorias esta noche -estoy saliendo ahora- a ver cómo trata el caso Marquitos, porque no recuerdo si lo hace... Ya te anoto si encuentro algo relevante para lo que nos ocupa.
ResponderEliminarAbrazo
j f
J. Camacho dijo:
ResponderEliminarSería interesante hacer una comparación con "Útiles después de muertos" (1967), de Carlos Manuel Pellecer. El ex-comunista guatemalteco demostró que los mismos miembros del directorio delataban a su gente porque eran más útiles despues de muetos. La paginas que Pellecer le dedicó al caso de Marquito son ejemplares.
Jorge: no quiero ser spoiler, pero te anoto que Pellecer forma parte importantísima del resultadp de la historia tal como la investigó y cuenta Barroso. Y no digo más para no estropearte la lectura ;)
ResponderEliminarNatalia Bolívar y Aróstegui es un testimonio importante sobre el Juicio de Ordoqui, en plena exposición del testigo de descargo enviado por los comunistas, el de la letra con filo quiso argumentar sobre lo natural de la confusión entre los revolucionarios recién definidos. Carlos Rafael utilizó conversaciones privadas con Natalia como ejemplo de cuan embrollados podían llegar a estar los jóvenes revolucionarios y al parecer conto de dudas de Natalia sobre el proceso y la dirigencia.
ResponderEliminarNatalia lo espero a la salida del tribunal, donde le dedico un soberano escándalo con arañazos de cara y todo, pero no pudo hacerle más por la intervención casi oportuna de los sempiternos segurosos.
Natalia embarazada y sujetada por los militares lanzo una sentencia como maldición de druida:
Mientras señalaba su vientre gritaba, si sale hembra le pongo Karla Rafaela para homenajear a un viejo maricón"
Karla Rafaela es un agasajo que cuenta ya 45 años.
Camilo Loret de Mola
Tomar como prueba de la inocencia de Ordoqui un juicio tan manipulado es mucho más que una deficiencia. Pero, a quien se tiene que entrevistar, e inquisitivamente, es a Buchaca, y antes todo, acerca de lo que sabía el Partido sobre el ataque a Palacio. A estas alturas vale registrar la relación entre Batista y el PSP: paradójicamente les “quitaría” cierta responsabilidad con los que hizo el pichón de jesuita después.
ResponderEliminarEdith García Buchaca sí está ampliamente entrevistada en el libro de Barroso.
ResponderEliminarMe parece que no hay testimonio de Buchaca en el libro...la familia no accedio. Gracias.
EliminarCon el temor de convertir esto en un catalogo de nombres, y mientras espero que me llegue un ejemplar de libro, me gustaria saber si fueron entrevistadas Delia Sánchez y Josefina Ruiz.
ResponderEliminarGracias y saludos. Muy bueno tu blog Rafa.
Armengol
En el libro aparece Josefina Ruiz Cortés ("Yoyi"), hija del embajador cubano en Praga que fue novia de Marquitos.
ResponderEliminarEste libro es un estudio en futilidad, en Cuba los menores de 65 anos no saben nada de esto y los exiliados el 80% de los de esa epoca estan en el cementerio y el resto esta senil.
ResponderEliminarBarroso es un experto en comunicación política que ha dado con el suceso cumbre de los primeros años de la Revolución.
ResponderEliminarParece evidente que para la cúpula del Directorio Revolucionario, encabezada por Faure Chomón, el caso Marquitos es un asunto algo más que sensible.
Sin embargo, Barroso traza una frontera gigante entre la actitud adoptada por Guillermo Jiménez en el juicio a Marquitos y la actitud del resto de los miembros del Directorio.
Felicidades Rafa !!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarNo encuentro nada sobre la persona de Jorge Vals
ResponderEliminarComo es posible habiendo sido tan amigo de Marquitos. Lo vi en presidio y mas tarde en Miami. Tambien le escuche hablando de un Partido Politico de algo. No se.
Recomiendo lectura de De Palacio hasta Las Villas
ResponderEliminarhttp://www.lulu.com/content/688625
En aquella epoca yo estudiaba en el Instituto del
ResponderEliminarVedado,pero conocia a Machadito,pues el iba por
nuestro centro de estudios.Tambien era partidario
y admirador del Directorio.Se me dijo en una oca-
sion que Marquitos era homosexual y despues de los sucesos de Humbolt 7 entre los estudiantes se
comentaba que la delacion habia obedecido a celos
con relacion a Joe y Faure,pues Marquitos creia
que entre estos existia "cierta"relacion.
Intelectuales de novelas y cuentos. Desconocedores del comportamiento sumsmente asesino de los dictadores.
ResponderEliminarPreguntenle a Estevan Ventura Novo quien fue. Esta en su libro. Fue Faure Chaumont el delator.
Si desean mas les dire mas.
Esto según veo es un blog serio. Váyase a hablar berracadas a otra parte y no moleste hablando porquerías.
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