Son pocos pero no inexistentes los historiadores que escriben bien y que entienden la historia como un arte literario. La historiografía académica establece, con frecuencia, la historia como una ciencia social en la que la escritura farragosa y conceptualizada forma parte del método de exposición de ideas.
El peruano Fernando Iwasaki es un caso de historiador que sabe escribir. Su ensayo Nación peruana: entelequia o utopía (1988) es un buen ejemplo de historia intelectual bien escrita, donde se defiende la pluralidad ideológica del pasado. En aquel libro Iwasaki dedicaba igual atención al pensamiento del anarquista Manuel González Prada y del liberal Francisco García Calderón, del marxista José Carlos Mariátegui y del indigenista José María Arguedas.
Esa visión republicana de la historia intelectual peruana, en la que no hay príncipes o emperadores rigiendo la ciudad letrada desde algún Olimpo, se traslada ahora a toda Hispanoamérica en su libro rePublicanos. Cuando dejamos de ser realistas (Madrid, Algaba Ediciones, 2008), que le mereció el Premio Algaba de Biografías, Autobiografías, Memorias e Investigaciones Históricas.
Iwasaki no escribe republicanos con mayúscula porque observa y explora la paradoja de que, siendo Hispanoamérica una región que adoptó la forma republicana de gobierno antes que Francia, Alemania o Italia y que ha vivido los dos últimos siglos –exceptuando el Brasil de don Pedro y el México de Iturbide o Maximiliano- sin reinos o imperios, posee muchos elementos monárquicos en su cultura política. El último rey que gobernó esta parte del mundo fue Fernando VII.
Iwasaki no sólo relaciona ese monarquismo con la proliferación de caudillos y dictadores sino con una visión estratificada y jerárquica de los panteones heroicos que se manifiesta lo mismo en la política que en la literatura. El presidente en algunas repúblicas hispanoamericanas se asume y es asumido, con frecuencia, como un rey. Los héroes nacionales son monarcas que ejercen su soberanía sobre una comunidad de muertos célebres. Los escritores aspiran a ser “el escritor” de su país.
El monarquismo cultural hispanoamericano tiene como trasfondo una frágil concepción del individuo y el ciudadano. “Ni España ni las nuevas repúblicas hispanoamericanas –escribe Iwasaki- asimilaron el individualismo más allá de la retórica política y de la sintaxis constitucional…, en lugar de una soberanía individual que propiciara la libertad y fomentara sociedades abiertas, preferimos una soberanía tribal, corporativa y estamental, que en nombre de la igualdad nos condenó al narcisismo botarate de las sociedades cerradas”.
La idea de ese libro es vieja pero lo interesante de Iwasaki es que la presenta de un modo creativo, bien escrita, con cierto empaque académico. Para ser un libro informal está bien trabajado en el plano bibliográfico y documental. Hay varias páginas de ilustraciones con facsímiles del siglo XIX. Es un libro muy bien editado.
ResponderEliminarIsa L.
hhhhhhh
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