Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

sábado, 19 de septiembre de 2009

Esto no es una ficción


Javier Cercas se ha vuelto un escritor tan comprado y tan leído –el cintillo de su último libro, Anatomía de un instante (Barcelona, Mondadori, 2009), asegura que la primera edición ha vendido más de 150 000 ejemplares- que la crítica comienza a tratarlo con fingida reticencia. Digo reticencia fingida porque son pocos los críticos que escapan a los encantos de su literatura.
La seducción que ejerce Cercas no habría que encontrarla, como en Javier Marías, Enrique Vila Matas u otros buenos escritores españoles, en la arquitectura de la prosa sino en la operación intelectual que hay detrás de cada una de sus novelas. Cercas encabeza sus libros con una declaración a lo Magritte, “esto no es una ficción”, para luego narrar un hecho real con todo el andamiaje de una novela moderna.
El hecho real debe ser siempre lo suficientemente próximo, en el pasado, como para que su drama sea sentido como algo vivo en la memoria de los lectores. Las novelas de Cercas no son narraciones históricas, pero tampoco son reportajes periodísticos: son algo intermedio, que debe no pocas de sus técnicas y ardides al “new journalism” de Capote o Wolfe.
Más que un hecho, a Cercas le interesa una escena o un gesto, donde encapsular un drama histórico. En Soldados de Salamina fue el combatiente republicano Antonio Miralles apuntando al intelectual franquista, Rafael Sánchez Mazas, en los bosques de Cataluña, y perdonándole la vida. En Anatomía de un instante es el Congreso de los Diputados, en Madrid, el 23 de febrero de 1981, cuando en medio de la transición entre el gobierno de Adolfo Suárez y el de Leopoldo Calvo Sotelo, el ejército irrumpe en el recinto e intenta darle un golpe militar a la joven democracia española.
Cuando el teniente coronel Antonio Tejero entra al hemiciclo pistola en mano y grita “¡quieto todo el mundo!”, la mayoría de los legisladores se esconde bajo sus escaños. Sólo tres no lo hacen: el general franquista Gutiérrez Mellado, quien intenta detener a Tejero, y dos políticos rivales, Adolfo Suárez, presidente del gobierno, y Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista, quienes se mantienen sentados en sus puestos, como si el sistema parlamentario continuase en medio del asalto, como si el gobierno representativo fuera invencible.
Cercas interpreta la actitud de Gutiérrez Mellado, Suárez y Carrillo como emblemática del pacto de la transición española e intenta preguntarse qué tipo de heroicidad le es propia a las democracias. Siguiendo a Hans Magnus Enzensberger, dice que el héroe democrático es aquel capaz de defender con su vida las instituciones, en un “gesto de gracia”, pero también aquel que no teme al retiro. Suárez, dice Cercas, es un “héroe de la retirada”.

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