Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

viernes, 18 de septiembre de 2009

Cuando la vanguardia se vuelve clásica


En las dos últimas décadas, la narrativa latinoamericana ha comenzado a vivir un ajuste de cuentas con su tradición más reciente. Si hace medio siglo, los escritores del boom afirmaban sus poéticas frente a las “ficciones fundacionales” del XIX y las novelas de la tierra de la primera mitad del XX, hoy muchos narradores de la región tratan de asumir una actitud de ruptura frente a las estrategias estéticas y políticas del boom. Los casos del chileno Roberto Bolaño, el argentino César Aira o el cubano José Manuel Prieto serían sólo tres, entre los muchos proyectos narrativos que abandonan la ancha estela del boom.
Los grandes escritores latinoamericanos de los años 50 y 60, sin embargo, siguen ejerciendo una presencia tutelar sobre buena parte de la literatura latinoamericana contemporánea. No es raro encontrar a escritores de las más recientes generaciones que, a pesar de inscribirse en un repertorio de ideas, modelos y políticas ajeno al de esos autores canónicos, insisten en pagar un tributo al boom, más retórico que poético. También hay escritores de generaciones intermedias, como los que comenzaron a escribir en los años 70 y 80, que intentan salvar la ruptura a través de una codificación clásica del legado del boom.
Los ensayos que Gonzalo Celorio ha dedicado a cuatro autores cardinales del medio siglo XX –Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes-, en su libro Cánones subversivos (Tusquets, 2009), van por esta última vía. A Celorio le interesa la canonización de aquellas vanguardias como gesto de heredero y, también, como campo referencial de su propia literatura. De los cuatro ensayos, prefiero el titulado “Julio Cortázar, lector”, donde Celorio nos guía por el laberinto de la biblioteca personal que el escritor argentino armó en su apartamento parisino de Rue Martel, número 10, y nos enteramos, por ejemplo, de la fervorosa lectura que hizo Cortázar de César Vallejo.

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